Y si además lo lees desde dentro, las sorpresas crecen.
En fin, hace unos días leí este versículo, breve y tripartito.
Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres
Es el último del segundo capítulo de San Lucas.
La idea que quería compartir es simple: en esta simple línea se esconde un programa de qué puede ser la educación cristiana.
Me refiero, sobre todo, no a la concreción más concreta, sino al marco, a las bases con las que contar para construir.
Vamos a dividirlo en partes, para facilitar la digestión.
Primer: "progresaba". Progresar es lo mismo, etimológicamente, que andar hacia adelante. Esto es obvio, pero no hay que dar nada por sentado. La educación consiste en un crecimiento. Lo que el sujeto hace debe hacerle crecer: él debe crecer con su educación y por ella. Lo que no le haga crecer, no es progreso, y no es, por tanto, educación. Las medidas educativas antihumanas no son educativas en absoluto.
Pero conviene saber en qué dimensiones se puede progresar. Y aquí viene la gracia de la frase, porque señala de modo sibilino tres dimensiones. Serán las siguientes partes de la frase.
"Progresaba en sabiduría". La sabiduría es algo muy diferente del simple conocimiento, de la mera erudición, incluso de la capacidad de hacer ciencia.
Así de bien lo supo escribir T. S. Elliot en dos de los últimos versos de El primer coro de la roca:
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Sabiduría es conocer el qué de las cosas según el hacedor, y según su relación con uno mismo. Dicho de modo muy parcial y resumido: es erudito quien conoce cuántas piedras tiene la pirámide de Kéops; científico, quien sabe calcular su volumen; sabio quien conoce la finalidad de esa pirámide y le sirve para mejorar como persona. Parece que cuanto más se acerca un conocimiento al núcleo duro del hombre —su corazón: la mezcla de inteligencia, voluntad y emotividad— mejor puede hablarse de sabiduría. La educación de las escuelas debería tender a poner a los alumnos en contacto con los trascendente: la realidad en sus últimos significados.
"Progresaba en estatura". Sería la parte física de las personas, por decirlo sucintamente. Es a lo que el mediático Sir Ken Robinson explica a su modo, con gran gracia inglesa, al referirse a lo alocados y contoneantes que bailan los científicos en las discotecas a las que acuden después de sus congresos. Parece, sugiere el sir inglés, que su cerebro y su cuerpo no estén conectados.
La educación física es muy importante para la educación. "Mens sana in corpore sano", resumía el proverbio. En la actulidad, ya son bastantes los estudios que explican por qué la actividad física aumenta el rendimiento mental. Los griegos ya lo sabían, para variar.
"Progresaba en gracia", añade el versículo. Lógicamente, el trato de la criatura con el Creador debería ser parte de la educación de los chicos. Parte que, en mi opinión, se debería dar en las casas, en las familias: iglesias domésticas, como se las llama en la tradición cristiana.
Sea como fuera, este versículo sugiere que la parte no solo espiritual (conocimiento) sino sobrenatural es importante en el ser humano, y conviene desarrollarla para un crecimiento armónico.
La religión, vamos. La mayor rebeldía del hombre, que no quiere vivir como una bestia, que decía, más o menos, san Josemaría.
Como en las demás facetas del crecimiento del ser humano, en esta se dan fases y dificultades. Pero esto ya excede al tema del post.
Finalmente, la guinda del pastel.
"Progresaba ante Dios y antes los hombres". Y aquí parece que se abre la parte social que toda educación humana tiene necesariamente. Todo crecimiento es cara a los demás y con los demás. Ninguna persona se hace a sí misma para sí misma. El cristianismo parte de que el ser humano es querido por Dios y es creado para amarle y para amar a los demás. Toda educación individualista es anithumana. La vertiente social de la educación es inherente al proceso educativo bien entendido: educo para que sea una persona buena; es decir, alguien que está "diseñado" para los demás.
Educación individualizada, sí. Individualista, no.
Todo eso apunta el versículo.
El bueno de San Lucas, médico y evangelista y santo, sabía lo que decía.
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