La Iglesia celebra hoy la fiesta del Corpus. Sin abreviar: del Corpus Christi . O sea, del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En resumen: el dogma de la transubstanciación, por la cual ya no hay pan y vino, sino el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Así de sencillo. Y de complicado. Sencillo porque si Jesús es Dios, y Dios hizo el mundo con su palabra, le bastaba decir algo para que se hiciera. Y lo dijo, en la última cena: "Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre. Haced esto en memoria mía." Así de sencillo. Y de complicado, imposible, para los hombres. Un himno para acabar. De Santo Tomás. Primero, en latín. Luego, una traducción. Teología de la buena y bonita: un poema fabuloso. Me quedo, para la ocasión, con dos o tres estrofas, que pongo ahora mismo, antes del texto latino. Es dogma que se da a los cristianos, que el pan se convierte en carne, y el vino en sangre. Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua, fuera de todo el orden de la naturaleza. y He aquí el pan
Estas dos figuras (de mano colgante, el padre y mirada perdida, el hijo) forman parte del pesebre. Ayer, mientras rezaba un poco delante del Nacimiento, me di cuenta de que los dos -padre e hijo- forman una bonita imagen de una de la misiones de los cristianos de hoy (y de siempre). Empezando por la familia, tenemos que enseñar, con naturalidad, de qué va nuestra religión. Eso hace el padre de la foto: "Mira, hijo, ahí está el pesebre: y entre el buey y la mula, una familia. Es Dios, que se ha hecho hombre, que ha nacido: Jesús. Es María, la Virgen, su Madre; y san José, su padre. Vamos a verles; ¡hay que celebrarlo!" Leí en un artículo hace nada que, dejado de lado el trasfondo cristiano, en las escuelas se presentan navidades paralelas. Los niños, confundidos pero no tontos, responden con la sinceridad posible: "es temporada de regalos". Eso es quedarse con la radio de un Ferrari: un detallito obligatorio, pero no esencial La Navidad y su misterio son tan senci